La familia Turner se mudó a una casa antigua en las afueras de una pequeña ciudad, buscando un nuevo comienzo después de años de vida agitada. La elegante casa, con su arquitectura victoriana y amplios jardines, parecía el lugar ideal para establecerse. Sin embargo, detrás de su apariencia encantadora, el hogar guardaba oscuros secretos.
La primera noche en la casa, un sinfín de ruidos inquietantes perturbó el silencio. Puertas que se cerraban solas, ecos de pasos en pasillos vacíos y un escalofriante sentimiento de que algo no estaba bien. Al principio, los Turner pensaron que eran solo las peculiaridades de una casa antigua. Sin embargo, lo que parecía ser simples molestias pronto se tornó en algo mucho más siniestro.
El foco de estos fenómenos sobrenaturales se centró en Emily, la hija más pequeña de los Turner. A pesar de su corta edad, Emily era perceptiva y a menudo hablaba de «amigos» invisibles que jugaban con ella. Sus padres, Sarah y Michael, atribuían esto a la imaginación infantil, pero pronto se dieron cuenta de que había algo mucho más perturbador en juego.