Un año después de los terroríficos sucesos que sacudieron su vida, la familia Feeling había encontrado un rincón tranquilo en el que intentar reconstruir su paz. La mudanza a un idílico pueblo suburbano parecía ser el primer paso hacia una vida normal, lejos de las sombras del pasado. Sin embargo, Carol Anne, la pequeña de la familia, seguía cargando un secreto que desafiaba toda lógica.
En la víspera del aniversario de la mudanza, una noticia inesperada llegó a la casa: la abuela de Carol Anne había fallecido. El dolor de la pérdida se reflejaba en los rostros de sus padres, pero Carol Anne parecía estar en otro mundo, como si estuviera esperando algo.
Esa noche, mientras la familia se reunía en el salón, Carol Anne se adentró en su habitación, donde había guardado un viejo teléfono de juguete. Lo miró con nostalgia, como si recordara un tiempo en el que esos juegos eran su único consuelo. La luz de la luna entraba por la ventana, iluminando la habitación con un resplandor pálido.