En un rincón lejano del universo, el planeta Zorath estaba al borde de la extinción. La civilización zorathiana había colapsado debido a un cataclismo ambiental, y los últimos sobrevivientes luchaban desesperadamente por escapar. En medio de este caos, un niño extraterrestre llamado Kael fue evacuado en una cápsula espacial, con la esperanza de que encontrara refugio en un planeta seguro. La cápsula aterrizó en la Tierra, y Kael fue encontrado y adoptado por una familia humana, los Anderson, que vivían en un tranquilo suburbio.
Kael, aunque diferente en apariencia y habilidades, se adaptó rápidamente a su nueva vida. Con el tiempo, los Anderson lo criaron con amor y cuidado, y Kael creció como un niño normal, aunque con una inteligencia y habilidades excepcionales que sus padres mantenían en secreto para protegerlo.